SUS CAMINOS Y LOS NUESTROS

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En el libro del profeta Isaías Dios les dice a los hijos de Israel: …mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos…como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos (55:8,9). Muchos sermones han sido pronunciados tomando como base estos dos versículos de la Palabra. En casi todos los que al respecto he oído, el énfasis se hace en demostrar que los pensamientos de Dios están, en forma obvia, por encima de los nuestros, y que los caminos de Dios, inevitablemente, son diferentes a los nuestros. Desde este punto de vista, el predicador insiste en que, cuando no entendamos lo que Dios hace, recordemos que sus caminos son más altos que los nuestros, y que sus pensamientos también están por encima de nuestro entender.

Ahora, no pretendo dar aquí una conferencia sobre interpretación bíblica, esa ciencia teológica que conocemos como hermenéutica. Pero sí debo defender el sentido real conque Dios habla en el citado pasaje de Isaías. Aprenderlo bien, no sólo nos guardará de transmitir al pueblo una doctrina tergiversada, sino también nos ayudará a vivir conforme a Dios.

En primer lugar, cuando Dios declara que sus pensamientos no son los de su pueblo, ni los caminos de su pueblo los de él, el sentido no es que Dios esté dando por sentado que así debe ser. ¿Qué calidad de relación pudiera haber entre Dios y sus hijos, si los pensamientos de ambos andan por senderos distintos? ¿Cómo nos pudiésemos llamar discípulos, si labráramos nuestros propios caminos y no tuviéramos en cuenta andar por los caminos de Dios? Así que,

En segundo lugar, debemos mirar el contexto en que ocurren los versículos 8 y 9 y ello nos ayudará a entender el sentido con el que Dios habla aquí. En realidad, los pensamientos y los caminos del pueblo no eran los de Dios, porque el pueblo se había alejado de su Señor.  Por eso, en el versículo 1, la invitación es, venid. Igualmente, los pensamientos del pueblo ya no eran los de Dios, y era así de tal manera, que no estaban atendiendo a la voz divina. Por tanto, en el versículo 2, el Señor les invita: oídme atentamente…En el mismo sentido les dice en el versículo 3, inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd y vivirá vuestra alma…En el versículo 5 se da por sentado que el Mesías vendría a gentes que no lo conocieron. Pero se anuncia a los que estaban lejos, que correrán al Señor, o sea, regresarán al Camino. Con un gesto de amor, en el versículo 6, Dios se hace accesible a su pueblo y se acerca a aquellos que lo habían dejado. Entonces, invita a sus hijos a buscarlo y a llamarlo nuevamente. Pero, sin dudas, el versículo que mejor nos ayuda a comprender por qué Dios dijo que sus pensamientos no eran los de su pueblo, ni los caminos de su pueblo los suyos, es el versículo 7. Allí el Señor establece que su pueblo andaba por un camino de impiedad y con pensamientos inicuos. Así que, lo invita: Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos. El versículo 8 hace ver el porqué de este llamado tan urgente: porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.

Tercero, para comprender aún mejor el reclamo divino de los diferentes niveles de pensamientos y caminos entre él y su pueblo, debemos recordar que nosotros también somos dados a flaquear en nuestra fe. Cristo tuvo que decirnos: acordaos de la mujer de Lot (Lc 17:32). En realidad, no estamos exceptos de oír el silbido del mundo, intentando atraernos de regreso al pecado. También Demas, abandonó el Camino del amor a Dios y desamparó a Pablo, amando este mundo (2 Ti 4:10). Así mismo, Pedro nos recuerda que algunos habían alcanzado el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, a tal modo que se habían escapado de las contaminaciones del mundo. Pero se enredaron otra vez en dichas contaminaciones y fueron vencidos. Entonces, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Pedro dice que en tal caso, les hubiera sido mejor no haber conocido el camino de justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado (2 P 2:20,21).

Cuarto, la aseveración que hace Dios de que sus pensamientos ya no eran los de su pueblo, ni los caminos de su pueblo los suyos, siempre tiene el sentido de que se revierta esa condición. Por tanto, el versículo 7 de Isaías 55 es una invitación al extraviado, a aquel que, tanto en su mente, como en su conducta, vive alienado de Dios: Vuélvase a Jehová. De hecho, Cristo mismo es el Camino de retorno a Dios (Jn 14:6). Sólo él es la puerta de las ovejas para dar acceso al redil celestial (Ver Jn 10:7,9). Aquí me parece escuchar al profeta Jeremías, haciendo un llamado de último minuto al pueblo reincidente: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y (Jer 6:16).

Por último, Dios le asegura al que se vuelva a su Camino, que tendrá de él misericordia, y que su Dios le será amplio en perdonar (Isaías 55:7). En el versículo 12, el Señor promete al que salga de su condición extraviada y se vuelva a Dios: Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso. Así mismo, promete a los que regresen al Camino: hallaréis descanso para vuestra alma (Jeremías 6:16 b).

Amados, es hora de escuchar esta Palabra: Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová; levantemos nuestros corazones y manos a Dios en los cielos (Lam 3:40,41). En realidad, en lugar de andar en nuestros propios caminos y pensamientos, debemos recordar que los caminos de Jehová son rectos, y los justos andarán por ellos… (Os 14:9). Cristo murió por nuestros pecados, resucitó al tercer día y ascendió a los cielos, de donde viene pronto a buscar a su iglesia y llevarla con él al cielo. Él vive ahora en nosotros por medio de su Espíritu. Por tanto, nosotros no debemos andar en nuestros propios pensamientos, porque ahora tenemos la mente de Cristo (1 Co 2:16). Así que… hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. La Palabra, entonces promete: … el Dios de paz estará con vosotros (Ver Fil 4:8,9).

 

¡Que el presente Eco Pastoral nos haga entender que, tanto en la mente como en la conducta, nosotros debemos andar en armonía con Dios!

 

Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien (Job 22:21).

 

Con amor sincero,

Vuestro servidor,

Pst. Eliseo Rodríguez

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