Una cultura de muerte va por nuestros niños y jóvenes ¡No lo vamos a permitir!

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Al celebrar un año más de vida hay risas, juegos, algarabía y todo un día lleno de emociones alegres. Las llamadas y los mensajes de felicitaciones para recordarle a esa persona lo bendecido que es por tener existencia, le añaden sentido a la vida que continúa tomando forma. Nuevos sueños aparecen y las metas florecen en el alma intrépida de aquel que celebra con regocijo.

También, nos llegan desafíos bien grandes o muy graves. En ocasiones, los pensamientos que se nos imponen van hacia querer terminar con la existencia de la propia vida. Pues es a través del pensamiento y la percepción que le damos significado al medio ambiente y a todas nuestras experiencias. Eso ocurre en todas las etapas del desarrollo humano.

En la infancia, niñez, adolescencia y juventud somos más vulnerables. Ya que adolecemos de experiencia, herramientas y conocimientos útiles para afrontar los desafíos o tomar decisiones adecuadas. La adolescencia es un momento de transición donde las emociones de placer están al máximo y la tolerancia al sufrimiento muy baja. La confusión, producto de lo anterior, impide que puedan tomarse decisiones correctas.

La familia es el lugar donde se vela por la salud mental y emocional de cada prójimo para evitar el contagio perjudicial de un contexto sociocultural falto de valores y dignidad humana.

Cuando hay padres enfermos (emocional y espiritualmente) el resto de la familia puede volverse descortés, agresiva y belicosa en el trato. Por ende, esas conductas también se extienden hacia la cultura y sociedad. Es entonces cuando nuestros menores pueden entrar en conflictos internos y buscar un escape a tales situaciones confusas. El cual puede ser, como solución, culminar con su valiosa vida como si fuera algo normal.

La ideación suicida es la presencia de anhelos de muerte y pensamientos sobre quitarse la vida. Las redes sociales, en muchas ocasiones, son un medio tóxico que sutilmente les va dictando a nuestra niñez y juventud que el no existir es mejor que vivir. Hasta infundirle pensamientos específicos sobre la manera en cómo quitarse la vida.

Una cultura de muerte se quiere adueñar de la dignidad y el propósito de nuestros niños y jóvenes. ¡No lo vamos a permitir! Porque herencia de Jehová son los hijos, como saetas en mano del valiente, escondidas en la aljaba de Dios [Salmo 127].

¿Sabías que desde 2019 existe un reto en la plataforma de Tik Tok, con distintos nombres desde entonces, hoy llamado “Blackout Challenge” o desafío del apagón?

En el cual el niño, adolescente o joven se coloca en su cuello una cuerda o un cinturón, va halando de este hasta desmayarse por la falta de oxígeno y quitársela en el último momento, mientras todo esto es grabado como parte de un “juego”. ¿Cuál es el fin de dicho reto? El fin es: Desafiar la existencia de la vida misma y fomentar el suicidio.

En Puerto Rico desde enero de 2021 hasta junio de 2021 han ocurrido 91 suicidios, 81 hombres y 10 mujeres; siendo el suicidio la causa de muerte número 14 en todo el mundo (fuente: Comisión para la Prevención del Suicidio del Departamento de Salud).

¿Cómo podemos ser proactivos ante la realidad del suicidio? Para mantener una atmósfera bien equilibrada en el hogar y cuidar la salud mental en la familia deben existir fundamentos básicos tales como: comunicación, armonía, respeto y amor.

Hablar sobre el tema del suicidio de forma responsable puede causar un efecto protector y liberador sobre las mentes que están influenciadas negativamente. Dar paso a una conversación puntualizada le hace más sencillo a la persona perturbada pedir ayuda. Quizás identificar ese decir: “me gustaría dormir y nunca levantarme” nos da una oportunidad de alerta, recordando que no se puede brindar ayuda desde el prejuicio o el juzgar. Es cuando nos sentimos amados y escuchados que disminuye la sensación de soledad, sufrimiento y desesperanza.

Lo que necesita cada persona, familia, tribu, pueblo, lengua y nación es: Amor y perdón.

De estos dos principios se carece, ya que lo negativo y lo mal adaptativo parece abundar más. Amor y perdón quizás se oiga como una solución trillada, pero son las únicas herramientas para la transformación del alma humana.

A través de la profundidad del amor se aprende a: escuchar, comprender, tomar en cuenta al prójimo, no compararse unos con otros. Así se disminuye la ansiedad, se controla la ira y se aprende a vivir con dignidad.

Si estás en confusión y el anhelo de tu corazón es vivir una transformación genuina, te presento a Jehová Dios y Padre Eterno, quien creó los confines de la tierra. El no desfallece, ni se fatiga con cansancio, da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán, caminarán, y no se fatigarán [Isaías 40:38-31].

¡El abrazo del Padre Eterno es real! Podrás experimentarlo si le permites que te envuelva con sus brazos de ternura. Y cuando tú abrazas al prójimo, a los hijos o al cónyuge, provocará que en ambos cerebros se libere la hormona de la oxitocina (apego emocional). Un abrazo les hará sentir seguros, protegidos, mejorará la autoestima, disminuirá la angustia y provocará que el alma fatigada pueda descansar junto a la fuente del amor y el perdón. Regalemos hoy un abrazo, para que los desafíos no nos enreden la vida. TENGAMOS PAZ.

Por: Tamara Rivera Mojica
Consejera y Teo-Terapeuta Familiar

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